En nuestra opinión, los bonos con grado de inversión también son interesantes desde la perspectiva de la gestión del riesgo. Aunque no es nuestro escenario principal, un aterrizaje brusco favorecería un sólido comportamiento de esta clase de activos, y un descenso de los yields contrarrestaría con creces unos diferenciales más amplios.
Los fundamentales de las empresas siguen siendo generalmente sólidos, y no prevemos que en 2025 se produzca un deterioro sustancial de la calidad crediticia. Los diferenciales son estrechos, pero históricamente han mostrado la capacidad de mantenerse en un rango estrecho durante cierto tiempo, pudiendo además beneficiarse de la demanda de los inversores ante la constante caída de los tipos de interés del efectivo.
Ampliar duración, pero posicionarse para una mayor positivación de la curva de tipos
Creemos que, de cara a 2025, también es prudente ampliar la duración — o la sensibilidad al riesgo de tipos de interés—, algo que generalmente se lograría añadiendo exposición a bonos de deuda pública. Además, pensamos que es un buen momento de entrada: por primera vez desde 2022, el yield del bono del Tesoro estadounidense a 10 años ha superado el tipo de interés del efectivo a tres meses, medido por el yield del bono del Tesoro de EE. UU. a 3 meses.
Aunque prevemos un descenso general de los yields, en el caso de los vencimientos más largos, estos podrían mantenerse en niveles altos durante más tiempo debido a la preocupación del mercado sobre el creciente déficit presupuestario de Estados Unidos y el repunte de la inflación. La curva de tipos también tiende a positivizarse durante ciclos expansivos, por lo que actualmente creemos que el perfil de riesgo-remuneración es más favorable en los vencimientos cortos e intermedios (2 a 10 años).
En conclusión, prevemos que el mercado estadounidense mantenga su liderazgo, respaldado por un contexto económico más sólido, la desregulación y una administración potencialmente más favorable a las empresas. Si bien las valoraciones de las acciones han regresado a niveles de 2021, los yields de los bonos parecen más razonables y permiten amortiguar en gran medida futuras rebajas de tipos.
También prevemos que las correlaciones entre las acciones y los bonos se reduzcan. Esta circunstancia debería reafirmar la dinámica complementaria que podría impulsar las rentabilidades ajustadas al riesgo para las estrategias de renta multiactivos. Otro elemento fundamental será la diversificación entre estilos, sectores y factores dentro de las distintas clases de activos, especialmente si durante el año se produce un aumento de los riesgos estanflacionistas.
En nuestra opinión, sigue habiendo un entorno favorable para que las estrategias multiactivos generen tanto yields como potencial alcista, pero, como siempre, un enfoque flexible y dinámico seguirá siendo fundamental a medida que en 2025 se amplíe el conjunto de oportunidades.