Desde el comienzo de la Revolución Industrial, el carbón, el petróleo y el gas natural han sido las fuentes de energía dominantes para todo: desde la calefacción de los hogares hasta el funcionamiento de vehículos e industrias. Sin embargo, las fuentes de energía experimentarán un cambio radical en las próximas décadas, cuando varios siglos de fuerte dependencia de los hidrocarburos den paso a una transición hacia energías no contaminantes.
El Acuerdo de París para limitar el aumento de la temperatura global ha dado impulso a esta transición, al igual que lo han hecho los problemas de abastecimiento de gas natural resultantes del conflicto en Europa y la preocupación por la seguridad energética. La Ley de reducción de la inflación estadounidense (IRA) aprobada este año, que adjudica casi 400.000 millones de dólares a la promoción del desarrollo de energías limpias, también supondrá un importante estímulo.
La transición no será lineal ni sencilla: reinventar un sistema energético mundial de un siglo y medio de antigüedad en tan solo 20 o 30 años es una labor monumental. La energía eólica, por ejemplo, es un recurso natural poderoso y hay mucho terreno disponible para la instalación de parques eólicos. Sin embargo, se requieren permisos, las localidades deben aprobar la instalación de los parques y las turbinas se tienen que construir. El almacenamiento de energía es necesario para los momentos en los que no sopla el viento y hay que integrar la fuente de energía en la red eléctrica.
El rediseño de la producción y distribución de energía ofrece oportunidades sin precedentes. La Agencia Internacional de la Energía espera que, para reducir las emisiones de carbono y mitigar el cambio climático, la inversión anual en soluciones de descarbonización se multiplique prácticamente por cuatro en la próxima década, de 1,2 billones de dólares en 2020 a 4,3 billones. Cabe esperar que las empresas que ofrecen soluciones de descarbonización relevantes se beneficien de vientos de cola seculares en la demanda de sus productos.
Para los inversores, es fundamental entender cómo la transición abrirá un abanico de oportunidades: un enfoque consiste en analizarlas clasificándolas en cuatro amplios grupos, tal y como se analiza en la Disruptor Series de AB.
1) Empresas de hidrocarburos con opciones de energía no contaminante
Dado que la transición se va a prolongar durante varias décadas, las energéticas tradicionales desempeñarán una función clave. En su esencia, estas empresas tienen capacidad para producir combustibles de hidrocarburos que el mundo sigue necesitando mientras aumenta la capacidad de producción de energías limpias —así como para alimentar el desarrollo de las infraestructuras de estas energías—.
A medida que la necesidad de combustibles fósiles vaya descendiendo con el paso del tiempo, estos negocios esenciales afrontarán una pérdida de valor, pero generarán un flujo de caja sustancial. Una cantidad importante de este efectivo se invertirá en tecnologías de descarbonización que promoverán la transición. Estas empresas también harán que sus procesos de producción sean menos contaminantes, invirtiendo en tecnologías de producción más eficientes y en la reducción de las pérdidas de metano. Suministrarán asimismo gas natural, un combustible de transición que puede sustituir al carbón para energía bajo demanda o de carga base, algo que las renovables todavía no están en disposición de hacer. Además, invertirán en fuentes de energía con bajas emisiones de carbono.
Este auge de la innovación ofrece a los inversores lo que representa una «opción» de energía más limpia. Las grandes empresas de hidrocarburos se encuentran entre los líderes en patentes de energías limpias, incluida la energía geotérmica, un ámbito en su timonera. Las energéticas de hidrocarburos están bien posicionadas para evolucionar hacia proveedores energéticos más holísticos a medida que avance la transición y podrían tener un perfil muy diferente en el plazo de unas décadas. Además, resultan fácilmente accesibles a través de los mercados públicos de renta variable y renta fija.
Dado que la mayoría de los operadores de hidrocarburos producen insumos de combustibles que alimentan motores tradicionales en lugar de generar electricidad directamente, su función en la transición termina en gran medida en el electrón, un punto en el que entran en juego otros grupos relacionados con las energías limpias.
2) Pilares básicos de las energías renovables
Con el tiempo, un amplio abanico de fuentes de energía tomará el relevo a los combustibles de hidrocarburos, incluyendo incondicionales de las renovables como son la energía solar y eólica. Estas fuentes de energía están ganando impulso rápidamente y aumentando su escala, lo que hace que sus precios resulten atractivos en comparación tanto con la generación de energía tradicional a través de combustibles fósiles como con otras fuentes de energías limpias que están apareciendo o se encuentran en los primeros compases de sus ciclos de vida.
Si bien los combustibles fósiles siguen siendo las fuentes de energía dominantes, las renovables están creciendo de forma mucho más rápida. Según la Oficina de Eficiencia Energética y Energía Renovable de EE. UU., la capacidad de la energía solar en el país ha crecido hasta tal punto que puede suministrar al equivalente a 18 millones de hogares medios. En 2020 se contabilizaron más instalaciones de energía eólica que solar por primera vez en años. Por supuesto, es necesario que estas fuentes aumenten su capacidad, lo que se traduce en más oportunidades de inversión en toda la cadena de valor de las renovables.
Pensemos en la energía solar. Además de la adquisición y el refinado de silicio para fabricar células solares, es necesario fabricar paneles solares, además de producir y conectar inversores que conviertan la corriente continua en alterna. Pensemos también en la construcción masiva y en los recursos tecnológicos necesarios para construir y operar una turbina eólica de 100 metros de alto con unas palas de varias toneladas de peso. Muchos proveedores de los productos y servicios críticos para la construcción de infraestructuras para renovables no se consideran tradicionalmente como parte del «ecosistema de las renovables», pero promueven directamente la transición y se beneficiarán de su aceleración.
Necesitan asimismo una capacidad de almacenamiento cada vez mayor para la energía que se genera de forma intermitente a partir del sol y del viento, y esa energía se tendrá que conectar a las redes eléctricas de forma eficaz para su suministro a hogares y empresas. Estas funciones corresponden a un tercer grupo en la transición energética.
3) Especialidades y tecnologías energéticas críticas
Por cada dólar que se invierte en aumentar la capacidad de la energía solar y eólica, se necesita otro euro para transportar y distribuir esta energía a los clientes finales y aumentar la capacidad de la red eléctrica. Esa responsabilidad asigna un papel fundamental en la transición a las funciones tecnológicas y especializadas.
Los promotores de parques eólicos, por ejemplo, también pueden operar las instalaciones que promueven, asegurándose de que funcionen de forma eficaz y de que se transmita la energía. Dado que la generación de energía eólica y solar es intermitente, las tecnologías de almacenamiento de energía representan una prioridad para la creación de una oferta más constante. Es probable que el mercado de los sistemas de almacenamiento de energía en baterías crezca rápidamente durante la transición y aumente su capacidad. La buena noticia es que los costes de almacenamiento en baterías han descendido radicalmente en la última década, lo que hace que el almacenamiento de energía resulte económicamente viable para las empresas de suministros públicos y los propietarios de viviendas.
Luego está la conversión de la red eléctrica estadounidense en una «red inteligente», lo que será muy necesario para integrar insumos de energía cada vez más diversos. La red inteligente del futuro es básicamente un «policía de tráfico» habilitado por la tecnología y situado en el cruce de la energía con la tecnología, haciendo malabarismos con la capacidad de energía disponible, al tiempo que emplea una gran cantidad de datos y una comunicación bidireccional para equilibrar de forma dinámica la demanda y la oferta de energía.
La combinación de grandes energéticas en evolución, una creciente contribución de fuentes de energía renovable y la tecnología crítica necesaria para almacenar, transportar, integrar y transmitir la energía a la red todavía deja una brecha importante: la descarbonización de sectores difíciles de abatir como el industrial.
4) Comodines de la transición energética
Para cerrar esa brecha, probablemente se requerirán otras fuentes de energía —algunas en fases muy tempranas y otras con un historial más dilatado que se podrían reinventar para ayudar a alimentar la transición—.
La energía nuclear existe desde hace décadas, con altibajos de popularidad. Además de los problemas de seguridad asociados, la energía nuclear se ha encarecido —al menos en EE. UU.—, mientras que otras fuentes de energía se han abaratado. Sin embargo, la energía nuclear tradicional es una parte importante de la combinación energética en varios países europeos y EE. UU., entre otros. En muchos casos, se han ampliado instalaciones que estaba previsto desmantelar con el fin de satisfacer las necesidades energéticas.
El segundo acto de la energía nuclear podría llegar en forma de pequeños reactores modulares (SMR) que se pueden construir en fábrica y montarse más fácilmente sobre el terreno. Los SMR son más sencillos que las centrales nucleares tradicionales, se benefician de una mayor flexibilidad por lo que respecta a su ubicación y son sistemas pasivos, lo que podría aliviar los problemas de seguridad. Determinados tipos de SMR generan calor suficiente para alimentar industrias pesadas como la siderúrgica, lo que escapa con creces a las capacidades de la energía solar o eólica. Existen muchos diseños de SMR, aunque probablemente se tardarán años en alcanzar la escala necesaria para que contribuyan a la combinación energética nuclear y a la transición energética. El progreso de la tecnología de fusión también podría desbloquear nuevas fases para que la energía nuclear contribuya a la combinación energética global.
El hidrógeno es una tecnología más reciente y podría cambiar las reglas del juego, convirtiéndose en una posible «navaja suiza» de la descarbonización. Por ejemplo, el hidrógeno puede usarse para la descarbonización de fuentes de energía difíciles de abatir que son muy intensivas en calor. También puede producir suficiente energía por volumen para alimentar transporte pesado —incluyendo grandes camiones, buques marinos y aviones—. Históricamente el hidrógeno ha sido caro y se requieren más inversiones para perfeccionar la tecnología del electrolizador y que resulte mucho más rentable. Además, el transporte de hidrógeno sigue siendo un tema espinoso. Sin embargo, el descenso de costes de la generación de energías renovables y del electrolizador podría abaratar la producción de hidrógeno en los próximos años.
Otra solución de descarbonización es la captura y almacenamiento de carbono (CCS), que está adquiriendo una mayor viabilidad económica y resulta clave para la reducción de emisiones de fuentes difíciles de abatir como los procesos industriales, el refinado y la producción de sustancias químicas. La CCS también se está estudiando por su potencial de destinar el carbono capturado a otros usos productivos como insumo de determinadas industrias y productos —y su conversión en otras fuentes de combustibles útiles—.
Es probable que la IRA proporcione un fuerte impulso a las tecnologías energéticas emergentes, incluyendo el hidrógeno y la captura de carbono, que les permita progresar en la curva de costes, tal y como ya ocurrió anteriormente con la energía eólica y solar. En el caso del hidrógeno, la IRA prorroga los créditos fiscales hasta 2042, creando un periodo de certidumbre mucho mayor que probablemente despertará el interés de un grupo de inversores más amplio. La monetización de los créditos por adelantado permite a las empresas de hidrógeno más pequeñas financiar la parte de capital de los proyectos, para después obtener financiación de la deuda en mercados públicos o privados. Toda esta actividad de financiación brinda oportunidades para que los inversores movilicen su capital.
El panorama general
Dicho en pocas palabras, las oportunidades que brinda la transición a las energías limpias son enormes y muy diversas. Además, alcanzan todos los rincones de los mercados de capitales, desde los públicos a los privados y desde la renta variable a la fija. Sin embargo, para poder aprovecharlas de forma eficaz, los inversores deben conocer toda la cadena de valor —desde la creación hasta el almacenamiento y la distribución— de una combinación de fuentes de energía cada vez más diversa. Con un conocimiento más profundo del complejo panorama energético, los inversores estarán mejor equipados para identificar oportunidades atractivas que ayuden a promover la transición.
Disruptor Series de AB pretende ofrecer perspectivas distintivas sobre problemas fundamentales que afrontan los mercados de capitales de hoy en día.