Desde la selección de valores hasta la elección del índice, la construcción de una cartera temática activa es fundamental para aprovechar su potencial.
Resulta tentador pensar que las carteras temáticas de renta variable son fundamentalmente diferentes de otros tipos de carteras. Al fin y al cabo, si una tendencia temática impulsa el crecimiento de los beneficios en sectores, industrias y mercados claramente definidos, cabe suponer que construir una cartera de empresas que se encuentren en el centro de la acción es una tarea relativamente sencilla.
Sin embargo, no es tan fácil como parece. Creemos que las carteras temáticas deben construirse con el mismo rigor y la misma disciplina que cualquier otra cartera de renta variable activa. La principal diferencia está en cómo se define el conjunto de oportunidades; es decir, el universo de acciones con exposición al tema. Ese proceso comienza con la identificación de un tema y los distintos subtemas claramente definidos para, a continuación, crear un universo de acciones que refleje pureza temática.
Dado que los temas y los subtemas evolucionan constantemente, es evidente que un universo temático de acciones también cambiará a lo largo del tiempo. Eso significa que los inversores deberían actualizar el universo temático cada cierto tiempo para asegurarse de que refleja fielmente el tema escogido. Sin embargo, no hay que caer en la trampa del cortoplacismo redefiniendo de forma reactiva los criterios de un tema de inversión para intentar “encajar” una acción en una cartera. A nuestro juicio, la definición de los temas debe ser estricta, y los cambios en los subtemas y las posiciones deben realizarse conforme a una serie de principios y un proceso riguroso.
Elegir acciones con poder de permanencia
La manera en que los inversores elijan las acciones para una cartera temática determinará en última instancia su capacidad de ofrecer el potencial de rentabilidad del tema. Por ello, creemos que la gestión activa resulta especialmente importante en estas carteras. De hecho, algunas empresas que están expuestas a un tema podrían simplemente no tener un buen negocio o estar sujetas a una mala gestión, y aun así, formar parte de carteras temáticas pasivas. Además, incluso en las carteras activas se necesita un proceso claramente definido para garantizar que los inversores no se vean seducidos por historias temáticas atractivas de acciones que ofrecen rentabilidades superiores, pero que no están respaldadas por fundamentales sólidos.
Evidentemente, los procesos de selección de valores diferirán dependiendo de la filosofía de inversión de la cartera. No obstante, hay una serie de principios básicos que siempre deberían aplicarse.
Creemos que las herramientas cuantitativas y el análisis fundamental deberían utilizarse juntos para crear carteras (Gráfico). El análisis fundamental se emplea para generar ideas de inversión relacionadas con las perspectivas de negocio y las ventajas competitivas de una empresa. Por su parte, el análisis cuantitativo ayuda a cribar un universo amplio de acciones para identificar empresas con sólidas características cuantitativas, como calidad (p. ej., rentabilidad y solidez del balance), valoración, momentum y sentimiento.