Un período prologado de tipos elevados puede tener consecuencias a largo plazo para los consumidores y las empresas, además de afectar a las valoraciones.
Últimamente, los mercados de renta variable están acusando más volatilidad debido a la preocupación de los inversores por la desaceleración económica antes de las probables rebajas de tipos por parte de la Fed. No obstante, más allá de las consecuencias macroeconómicas obvias de un entorno de tipos de interés más altos durante más tiempo, creemos que los inversores deberían evaluar los efectos de unos tipos elevados en los beneficios de las empresas, cuestión que suele pasarse por alto.
Los elevados tipos de interés han encarecido la financiación
La demanda agregada se ha visto reducida por los altos tipos de interés, lo que ha permitido contener la inflación. No obstante, sigue existiendo cierta inflación salarial persistente. Algo que resulta menos perceptible para ciertos inversores es el impacto de los altos tipos de interés en los balances de las empresas y los hogares. Esto se debe a que los efectos de las variaciones de los tipos de interés —tanto al alza como a la baja— suelen producirse con el paso del tiempo, sobre todo en el caso de bienes con precios elevados que se adquieren con menos frecuencia.
Por ejemplo, los préstamos por plazos, como las hipotecas para la compra de vivienda o los préstamos para automóviles, suelen medirse en años en lugar de meses. Independientemente de las condiciones del mercado, un número relativamente pequeño de consumidores adquieren esos bienes, que tienen un coste muy elevado, en un determinado mes. Por tanto, es posible que los prestatarios tarden mucho tiempo en notar los efectos negativos de unos tipos elevados.
¿Qué ocurriría si los tipos subieran durante seis meses y luego cayeran abruptamente? Al tratarse de un período de tiempo más bien breve, muy pocos consumidores de productos con precios altos quedarían expuestos a unos costes de financiación elevados. ¿Y si los tipos se mantienen en cotas altas durante mucho tiempo? Esa es justamente la situación que hemos vivido, y tanto los consumidores como las empresas han pasado apuros.
Unos costes de financiación elevados reducen la actividad económica y afectan a los beneficios
El mercado de la vivienda es un buen ejemplo. Las ventas de viviendas de segunda mano correspondientes a los últimos 12 meses alcanzaron máximos de 14 años (6,2 millones) en agosto de 2021 impulsadas por unos tipos fijos hipotecarios en mínimos (Gráfico). Desde entonces, los tipos fijos para hipotecas a 30 años han subido más de 400 puntos básicos hasta situarse en torno al 7%, el nivel más alto de los últimos 20 años. ¿El resultado? Al cierre de mayo de 2024, las ventas de viviendas de los 12 meses anteriores se habían reducido hasta los 4 millones de unidades.